y los de la sociedad, sabiendo que la clave es que sientan que sus necesidades y deseos son compatibles
con los de la sociedad personificada por su familia. Existen ocho etapas del ciclo vital o estadios
psicosociales a los cuales los seres humanos deben enfrentarse durante su desarrollo teniendo en cuenta
que las personas son seres activos buscando adaptarse a su ambiente, las cuales son:
• Etapa sensorio-oral (0-10 meses): Confianza vs. Desconfianza.
• Etapa anal-muscular (10 meses-3 años): Autonomía vs. Vergüenza y duda.
• Etapa genital-locomotor (3-5 años): Iniciativa vs. Culpa
• Etapa de latencia (5-13 años): Laboriosidad vs. Inferioridad: En ese periodo, el niño pasa la mayor parte
del tiempo aprendiendo como incorporarse a su entorno de forma productiva, incluyendo el cuidado
personal, aquí los menores empiezan su instrucción preescolar y escolar, buscan compartir con otros
niños, hacer cosas nuevas o planearlas, son capaces de dominar destrezas aprendiendo a comportarse
en el mundo, siendo y sintiéndose útiles para la sociedad. Aprenden reglas, procedimientos y la manera
en la cual corregir, encontrar o alcanzar el éxito. La escuela marca un papel importante en este proceso,
dado que es aquí donde el niño se ve estimulado a desarrollar actividades y compartir con sus pares,
siendo este evento algo importante, pues los niños tienden a compararse y a identificarse con los demás
niños.
• Etapa de adolescencia (13-21 años): Identidad vs. Confusión de roles.
• Etapa de adultez-joven (21-40 años): Intimidad vs. Aislamiento.
• Etapa de adultez-media (40-60 años): Generatividad vs. Estancamiento.
• Etapa de adultez-tardía (60 años en adelante): Integridad vs. Desesperación.
Esta teoría es de gran importancia para esta investigación, porque explica como en la etapa de Laboriosidad
vs. Inferioridad, (etapa de los niños objeto de este estudio) el niño va construyendo su personalidad en
función del entorno, del medio social por lo que la condición familiar y personal del niño es sumamente
significativa. En relación con esto, cuando ocurre un abuso sexual infantil es importante tener en cuenta no
solamente si existieron lesiones físicas, sino dar principal atención al área psicológica del niño, ya que ante
este suceso traumático pueden existir consecuencias a corto plazo y a largo plazo, como pesadillas,
problemas del sueño, cambios de hábito en la alimentación, pérdida del control de esfínteres, miedo
generalizado, agresividad, conocimiento sexual prematuro e indebido a su edad. Entonces, se podría decir
que se da una crisis en esta etapa, antes bien el niño no se incorpora al entorno por sentir temor y miedo a
ser lastimado, evitando compartir con otros, mostrándose retraído socialmente, generando un déficit en las
habilidades sociales, además, de manifestar bajo rendimiento académico lo que conlleva a experimentar
sentimientos de fracaso ante la idea de no poder ser competitivos, llevándole a sentirse inferiores a los
demás.
Teoría Psicodinámica de Freud, S. (1984)
Desde el punto de vista de esta teoría, el abuso sexual infantil representa un trauma psíquico que manifiesta
sus secuelas en las neurosis posteriores (fóbicas, histéricas u obsesivas) de acuerdo con la estructura de
personalidad en que se desarrolle la psique de cada infante. En ese sentido, en el esquema de las series
complementarias o la ecuación etiológica de la neurosis como lo planteó Freud (1984), se tiene entonces
que el abuso sexual ocuparía el lugar del suceso traumático accidental que, en conjunción con la
constitución sexual hereditaria que ofrece las distintas disposiciones de la psique a los eventos del mundo
externo y los sucesos infantiles como el Edipo, conforman la génesis de la neurosis y el funcionamiento
psíquico. El sentimiento de culpa experimentado por haber sido víctima de abuso se expresa en su relación
con el entorno y consigo mismo, pudiendo manifestarse de dos maneras: por medio de la agresividad o la
inhibición/sumisión. Las conductas agresivas y autodestructivas como las ideaciones suicidas, la falta de
autoestima y el menosprecio hacia sí mismo, el descuido hacia la imagen personal y la tendencia a las
conductas seductoras, son parte de las secuelas que el abuso sexual genera en los niños y adolescentes
violentados.